La oración que agrada a Dios

“No os afanéis por nada, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.” (Filipenses 4:6)
La oración es más que pedirle cosas a Dios. Es una conversación íntima con nuestro Padre celestial, donde abrimos el corazón, expresamos nuestras cargas, pero también mostramos gratitud y adoración.
Muchas veces oramos solo cuando tenemos necesidad o problemas, pero Dios desea que la oración sea una relación constante y sincera, no un recurso de emergencia. Cuando oramos con fe, confianza y gratitud, estamos reconociendo que Él tiene el control de todas las cosas.
Jesús mismo nos enseñó cómo orar en Mateo 6:9-13, dándonos el Padre Nuestro como modelo. Allí vemos que la oración que agrada a Dios incluye:
- Adoración: “Santificado sea tu nombre.”
- Rendición: “Hágase tu voluntad.”
- Dependencia: “El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.”
- Perdón: “Perdona nuestras deudas, así como nosotros perdonamos.”
- Protección: “Líbranos del mal.”
La oración verdadera no es repetir palabras vacías, sino acercarnos con un corazón humilde, confiado y agradecido.
Pregúntate: ¿Es mi oración un monólogo de peticiones o un diálogo de amor con mi Padre celestial? ¿Estoy orando con gratitud, incluso en medio de las dificultades?
“Señor, enséñame a orar con fe, con humildad y con un corazón agradecido. Ayúdame a buscarte no solo cuando tengo necesidad, sino cada día de mi vida. Amén.”